domingo, 11 de noviembre de 2018

La ventana

Me encontraba en mi alcoba haciendo las típicas actividades habituales de un adolescente: quedarme despierto hasta tarde, enterrarme en las profundidades del internet, y simplemente no desviar mi atención de nada que no aconteciera en el monitor. Llegó la madrugada, cerca de las dos de la mañana, y todos en mi casa estaban dormidos. El cuarto se sentía cómodo y cálido pese a ser pleno invierno, pues habíamos reemplazado las ventanas la semana pasada. El calor se había estado colando desde la planta baja de la casa, y por mi habitación en particular, debido a unas ventanas antiguas que no podían mantener la temperatura gélida afuera.

Cuando intentaba conciliar el sueño, oí un ruido que provino desde mi ventana, en el lado opuesto de mi habitación atenuada. No era el sonido de un insecto chocando contra ella ni de un arbusto acariciándola. No, era un ruido inusual, grave, algo que no estaba acostumbrado a oír. No pensé mucho sobre ello al comienzo, quizá porque creí genuinamente que no era nada o quizá porque no quería descubrir lo que era; no lo sé, pero me quedé acostado y solo escuché.

Era distintivamente rítmico. Pum, pum, pum, pum. Apenas duró alrededor de quince segundos y luego se detuvo. Temblé, pero me sacudí la sensación al navegar un momento en las redes sociales, esquivando la vista de mi ventana. Dejé el celular en la mesa a mi lado y caí en un sueño intranquilo aunque sin novedades.

Esta mañana, luego de que el sol se alzara desde hace unas horas, y mientras todo aquello que usualmente golpetea mi ventana durante la noche estaban haciendo lo que se supone que hiciera, caminé hacia la ventana y pasé unos minutos tratando de replicar el sonido que había escuchado. Hice sonar mis dedos contra la ventana, le pegué con algunos objetos suaves e incluso le quité y le puse el seguro; pero, por más que hice, no supe rastrear lo que produjo el sonido. Es más, nada de lo que hice se acercó. Asumí que el evento tuvo que haber sido azaroso, y el día fue ordinario hasta esa noche.

Mi papá llegó a casa del trabajo a la hora de siempre y pensó que la casa estaba muy caliente, así que entró a mi cuarto y fue a abrir la ventana. Olvidó quitarle el seguro antes de abrirla, y cuando tomó las manijas y las giró, produjo el mismo sonido que escuché la noche anterior.

Las únicas manijas de la ventana están dentro de mi habitación. 

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