domingo, 25 de noviembre de 2018

Portal de la mente

En 1983, un equipo de científicos sumamente piadosos condujo un experimento radical en una instalación no determinada. Los científicos habían teorizado que un humano sin acceso a ninguno de sus sentidos o manera de percibir estímulos sería capaz de advertir la presencia de Dios. Creían que los cinco sentidos obstruían nuestra conciencia de lo eterno, y, sin ellos, un humano podría establecer contacto con Dios por medio del pensamiento. Un anciano que manifestó <<no tener nada por lo que vivir>> sirvió como único sujeto de prueba. Para depurarlo de todos sus sentidos, los científicos llevaron a cabo una compleja operación en donde cada nervio sensitivo conectado al cerebro fue seccionado quirúrgicamente. Aunque el sujeto mantuvo intacta su función motora, no podía ver, oír, degustar, oler o sentir. Con ninguna manera posible de comunicarse con el mundo exterior fue dejado a solas con sus pensamientos. 

Los científicos lo monitorearon mientras hablaba en voz alta acerca de su turbio estado mental; frases incoherentes que ni siquiera podía oír. Luego de cuatro días, el sujeto declaró estar oyendo voces ininteligibles en su cabeza. Asumiendo que eran los inicios de una psicosis, los científicos prestaron poca atención a los inquietudes del hombre.

Dos días más tarde, el sujeto dijo poder escuchar a su difunta esposa, y, más aun, aseguró poder dialogar con ella. Los científicos estaban intrigados, pero no estuvieron hasta que el sujeto comenzó a darles nombres de sus parientes difuntos. Repitió información personal de ellos que solo sus cónyuges y padres podían conocer. Para ese punto, una porción considerable de los científicos abandonaron el estudio.

Tras una semana de conversar con los fallecidos a través de su mente, el sujeto se puso ansioso, diciendo que las voces eran abrumadoras. En cada segundo que permanecía consciente su mente era bombardeada por cientos de voces que se rehusaban a abandonarlo. Se arrojó contra la pared repetidamente, intentando provocar una respuesta de dolor. Le rogó a los científicos por sedantes para que pudiera escapar de las voces al dormir. Esta táctica funcionó por tres días, hasta que empezó a tener pesadillas desagradables. Insistía con que podía ver y escuchar a los fallecidos en sus sueños.

Un día después, el sujeto comenzó a gritar y a desgarrar sus ojos no funcionales, esperando poder sentir algo del mundo físico. Ya histérico, clamaba que las voces de los muertos se habían vuelto insoportables, hablándole del Infierno y el fin del mundo. A partir de ahí, gritó por cinco horas consecutivas <<No hay un Cielo, no hay perdón>>. Pidió ser asesinado, pero los científicos estaban convencidos de que faltaba poco para que estableciera contacto con Dios.

Luego de otro día, el sujeto ya no podía formular oraciones coherentes. Aparentemente enloquecido, comenzó a triturar la carne de su brazo a mordiscos. Los científicos intervinieron, atándolo a una mesa para que no pudiera atentar contra su vida. Tras dos horas de estar atado, el sujeto cesó su riña. Fijó su mirada en el techo mientras se escurrían lágrimas silenciosas por su rostro. Durante dos semanas, tuvo que ser rehidratado manualmente debido a su llanto constante. Al final, giró su cabeza y, a pesar de su ceguera, hizo contacto visual con uno de los científicos por primera vez.

Murmuró <<He hablado con Dios, y nos ha abandonado>>, y sus signos vitales se detuvieron. 

No se determinó la causa de muerte. 

domingo, 11 de noviembre de 2018

La ventana

Me encontraba en mi alcoba haciendo las típicas actividades habituales de un adolescente: quedarme despierto hasta tarde, enterrarme en las profundidades del internet, y simplemente no desviar mi atención de nada que no aconteciera en el monitor. Llegó la madrugada, cerca de las dos de la mañana, y todos en mi casa estaban dormidos. El cuarto se sentía cómodo y cálido pese a ser pleno invierno, pues habíamos reemplazado las ventanas la semana pasada. El calor se había estado colando desde la planta baja de la casa, y por mi habitación en particular, debido a unas ventanas antiguas que no podían mantener la temperatura gélida afuera.

Cuando intentaba conciliar el sueño, oí un ruido que provino desde mi ventana, en el lado opuesto de mi habitación atenuada. No era el sonido de un insecto chocando contra ella ni de un arbusto acariciándola. No, era un ruido inusual, grave, algo que no estaba acostumbrado a oír. No pensé mucho sobre ello al comienzo, quizá porque creí genuinamente que no era nada o quizá porque no quería descubrir lo que era; no lo sé, pero me quedé acostado y solo escuché.

Era distintivamente rítmico. Pum, pum, pum, pum. Apenas duró alrededor de quince segundos y luego se detuvo. Temblé, pero me sacudí la sensación al navegar un momento en las redes sociales, esquivando la vista de mi ventana. Dejé el celular en la mesa a mi lado y caí en un sueño intranquilo aunque sin novedades.

Esta mañana, luego de que el sol se alzara desde hace unas horas, y mientras todo aquello que usualmente golpetea mi ventana durante la noche estaban haciendo lo que se supone que hiciera, caminé hacia la ventana y pasé unos minutos tratando de replicar el sonido que había escuchado. Hice sonar mis dedos contra la ventana, le pegué con algunos objetos suaves e incluso le quité y le puse el seguro; pero, por más que hice, no supe rastrear lo que produjo el sonido. Es más, nada de lo que hice se acercó. Asumí que el evento tuvo que haber sido azaroso, y el día fue ordinario hasta esa noche.

Mi papá llegó a casa del trabajo a la hora de siempre y pensó que la casa estaba muy caliente, así que entró a mi cuarto y fue a abrir la ventana. Olvidó quitarle el seguro antes de abrirla, y cuando tomó las manijas y las giró, produjo el mismo sonido que escuché la noche anterior.

Las únicas manijas de la ventana están dentro de mi habitación. 

domingo, 4 de noviembre de 2018

La oscuridad de tres dias


Sucedió a las 3:42 p.m. El mundo descendió hacia una oscuridad súbita y absoluta.
Resultó en caos. En nuestra oficina pequeña del décimo piso, nos reunimos entre la negrura ominosa esperando la luz. Había una televisión en la sala de descanso y alguien halló el control remoto. Usando la memoria de nuestros dedos, nos la arreglamos para cambiarlo al canal de noticias.

Por un largo tiempo, solo hubo silencio. Entonces, a través de la oscuridad aparentemente infinita, surgió una voz. Una locutora, buscando su escritorio valientemente y tratando de reconfortar a sus televidentes, nos habló con su voz suave y temblorosa. Ellos tampoco tenían idea de qué estaba sucediendo, pero indicaron que debíamos conservar la calma, y permanecer juntos en medio de los reportes de individuos desapareciendo en la oscuridad, alejándose de sus amigos y familia, perdiéndose o topándose con el peligro.

Pasamos los siguientes tres días en la oficina localizando nuestras posesiones en la oscuridad y logrando comer y dormir con comodidad relativa, a pesar de la sensación de que estábamos congelados en algún tipo de universo alterno.

Entonces, exactamente 72 horas después de que la oscuridad llegó, el manto se alzó. Nuestros ojos ardieron por la luz súbita, pero nos adaptamos dentro de poco y concordamos en que deberíamos dirigirnos al piso de abajo, como grupo, e ir afuera.
Mientras descendíamos por las escaleras, nos recibió un olor. Nauseabundo. Supe inmediatamente lo que era y, reticente, giré por la última intersección de la escalera pensando que quizá alguien se había caído y había muerto por sus heridas. Estaba equivocado.

Creo que solía ser una mujer, pero no puedo estar seguro. Había sido desollada y eviscerada, pero no sé en qué orden. Cada centímetro de su piel estaba ausente, pero sus ojos y dientes permanecían, convirtiendo su cadáver en un monstruo contemplativo y sonriente.
No fui el único que vomitó. Necesitando escapar de ese panorama, irrumpimos hacia el vestíbulo por la entrada principal, y nos congelamos. Cuerpos sin piel estaban esparcidos a lo largo del pequeño vestíbulo, 

Eran casi quince, según el cálculo con el pequeño vistazo que les dimos. No teníamos la intención de quedarnos por mucho tiempo; sin embargo, descubrimos que las puertas del vestíbulo estaban aseguradas y no podíamos quebrar el vidrio.

Alguien –no recuerdo bien—tuvo la idea de dirigirnos al cuarto de seguridad y ver si podíamos pedir ayuda por la radio. Seleccionando cuidadosamente nuestro trayecto por los cadáveres con estómagos revueltos, hallamos el cuarto de seguridad abierto y a su guardia desollado. Luego de un acuerdo mutuo, retiramos el cuerpo y nos encerramos.

Mientras que uno de nosotros trataba de establecer contacto, los demás comenzamos a ver las grabaciones de seguridad del vestíbulo de los últimos tres días. No pudimos creer lo que vimos.
No estuvo oscuro en lo absoluto: nos habíamos quedado ciegos. Y mientras estábamos ciegos, ellos habían llegado.

Sombras negras humeantes y fibrosas; sin rostro, solo ojos. Ojos extraños y resplandecientes.
Estaban desollando a las personas y vistiendo sus pieles como disfraces.
Sintonizamos la grabación de seguridad de nuestro piso, y observamos horrorizados cómo caminaban entre nosotros sin escoger a nadie. Hasta ese día, no sé por qué lo hicieron. En cierta medida, se habían reunido para observarnos, pero partieron dentro de poco y causaron estragos en la oficina del piso de arriba.

Fuimos rescatados días más tarde. No obstante, el mundo descendió a la insania en el transcurso de las semanas siguientes. Todos sabían acerca de los desollamientos, acerca de los impostores; pero nadie sabía quién era real y quién no, hasta que fue muy tarde. Sin confianza, los humanos no pueden sobrevivir lado a lado.

Permanecí con dos de mis colegas, quienes sabían que no cambiaron. Reunimos equipo para acampar y tomamos la decisión de movilizarnos hasta el área afuera de la ciudad para mantenernos alejados de la sociedad, ahora que se estaba tornando más y más volátil.
Lo teníamos todo planeado, y atesorábamos grandes expectativas sobre la recuperación de la humanidad.
Entonces nos despertamos una mañana y estábamos ciegos de nuevo.
Tres días más tarde, la luz regresó, y  me encontraba con mis dos amigos… y un cadáver.


domingo, 28 de octubre de 2018

Inocente

-¡Inocente!
El veredicto, diagnóstico oficial de aquella enfermedad que había padecido los últimos dos años había sido concluyente. Evidentemente -y valiera la redundancia-, “la ausencia total de elementos o testimonios que sirvieran de evidencia” debiera ser lo suficientemente absolutivo para que Víctor Ciper, luego de poco más dos años de prisión como principal acusado del presunto homicidio de su esposa Jana, pudiera ser puesto en libertad.
Libertad. Bonita palabra. Pero Víctor ya había conocido el significado de esa palabra en esos veintisiete meses. Durante años había considerado que la libertad era un atributo natural del ser humano, pero ahora no podía estar tan seguro.

Podrían haberle tatuado la palabra Inocente en su frente, colocarla con luces de neón o la puerta de su casa y recibir la aparición pública de Jesucristo anunciando que era un buen hombre, sin que nada de ello cambiara su suerte.
¿Había servido para los que consideraba sus seres queridos la falta de motivos para matar a la única mujer que lo había amado? ¿Se habían molestado en recordar quien era él y si era capaz o no de matar a alguien? ¿Cómo es que nadie había defendido su honor, su inocencia o por lo menos le había dado el beneficio de la duda?
¿Alguno de ellos posteriormente había recordado la cantidad de veces que habían golpeado a su puerta para pedirle prestado dinero, oídos, o consejos?
Los verdaderos juicios son los sociales para quienes no tienen culpa, y allí es cuando los verdugos ejercen su oficio, aunque sin la máscara que los caracterizara en la antigüedad. Los primeros en apartarse de su lado fueron los padres de Jana y su hermana Sonia. Definitivamente, se negaban a verlo o hablar con él por teléfono. Esta última, al menos, le había dejado un mensaje que pretendía ser conciliador con la posturas de sus progenitores, de declararlo culpable hasta que se demostrara lo contrario y la suya propia, de querer comprobar su falta de responsabilidad en lo sucedido. El mensaje de ella fue: “hablaremos luego del juicio”.
Su puesto laboral duró mucho menos. Un escueto telegrama lo desvinculaba de la empresa en la que desde hacía quince años ejercía como analista de sistemas.
Había gastado sus ahorros en pagar a ese imbécil del primer abogado, que había puesto demasiado empeño en evitar sus llamadas y ni siquiera había facilitado la fianza que lo dejara prepararse para el proceso fuera de la prisión. Debió cambiar por otro, más joven, y que ejercía de oficio, pero que tuvo más habilidad o, al menos, ganas y esfuerzo de luchar por su caso. “Prometo devolverle su vida”, aseguró.
Su vida ya estaba arruinada ese jueves que fue declarado inocente.
Todos lo conocían. Los medios y redes sociales habían hecho un circo de la muerte de su esposa y él había sido el payaso que necesitaban. Los periodistas y comentadores seriales lograron llenar horas y páginas completas a sus expensas. ¿Un veredicto cambia el juicio de los seres humanos a un semejante? Al contrario: refuerza sus convicciones.
El auge del internet le permitió ver la imagen generalizada de su persona:
Ya no era el asesino, sino el que se había burlado del sistema. Era un peligro para la sociedad. Incluso, hasta se advertía a otras mujeres del terrible femicida que había resultado ser. Los más callados, suelen ser los más peligrosos, así no lo parezcan, expresaban como una verdad irrefutable.
A nadie le importaba hojear un párrafo del expediente, o al menos considerar que podrían haberse equivocado.
Su primer fin de semana fuera de prisión lo encontró ocupado. Primero visitó a su ex jefe, aquel que lo había despedido. Lo encontró en el estacionamiento de su casa, bajando del auto desprevenido. El hombre apenas pudo ver el cuchillo atravesando su cuello de manera longitudinal y con la precisión y fuerza de quién ha practicado demasiado para ese momento. La siguiente parada fue en la casa de quién fuera otrora mejor amigo. Uno de tantos que dejara de comunicarse con él, y precisamente al que más necesitó. Lo encontró en su cama durmiendo, totalmente ebrio. Jamás despertaría. Su cráneo había quedado aplastado por una maza de su propia caja de herramientas. Cerca de la medianoche del domingo, la policía pudo encontrar la casa de sus ex suegros envuelta en llamas, con los cuerpos de los dos ancianos y la única hija viva que les quedaba atados a una silla y al propio asesino entregándose pacíficamente a los patrulleros.
Los oficiales se sorprendieron de oír el relato del crimen, durante el cual Víctor les explicó que fue la última vez que trató de dejar en claro que su difunta esposa había tomado por su cuenta la decisión de arrojarse al vacío desde el quinto piso, tras años de luchar contra la depresión y empeorando notablemente el último mes de vida.
En total, Víctor Ciper, quien supo ser un hombre inocente en prisión asesinó a seis personas en menos de cuarenta y ocho horas. La víctima que mes esperaba tal retribución fue su último abogado a quien atropelló con su auto cuando abandonó su domicilio. “Jamás me devolvió mi vida”, fue su justificación.
Se declaró culpable de todos los cargos y aún carga con la condena de una reclusión perpetua, de la que es difícil que alguna vez se libre. Es notable el perfil distinto que cobra un asesino serial en la sociedad con respecto a un presunto femicida. Desde el primer día en prisión no necesitó de hacerse un nombre para ganarse el respeto del resto de los reclusos. Los medios que durante años se ensañaron con su persona ofrecían fortunas a cambio de una nota exclusiva de quien llaman “el hombre al que no dejaron ser inocente”.
Y los fans… han ascendido en su número en los últimos años. Además de los que piden su liberación, han sido muchas las mujeres que se han ofrecido a sus brazos, fascinados por la historia del justiciero que sólo quería que creyeran en él. Por supuesto, sigue habiendo gente que defenestra su figura, pero no tiene tanto espacio en los medios ni redes. Hoy Víctor se siente más en paz consigo mismo y acepta las opiniones tanto de los que lo llaman asesino, y los que lo llaman víctima.
Ahora sí se siente en casa, con una vida por delante.
En libertad.

domingo, 14 de octubre de 2018

Léeme

—Holaaaa.
Shhsst, que nadie se dé cuenta de que hablamos. Mira a tu alrededor, ¿hay alguien contigo? Será mejor que lo dejemos para cuando estés solo.
¿estás solo? ¿crees estarlo realmente? Lamento informarte que te están observando.
Como dije: te están observando
¿no me crees?
No te das cuenta, pero siempre te han estado observando.
Piensa en algo, ahora, lo primero que se te venga a la cabeza.
Por favor, ¿podrías dejar el sexo de lado por una vez en tu vida?
Otra cosa, piensa en otra cosa, quizás…
mm…
¿Es acaso un momento de calma el mejor momento para pensar en la muerte?
La muerte no tiene nada de especial, eso te lo digo yo que de un día para otro me he convertido en este puñado de letras…
¿Qué fue eso?
Fíjate bien, ¡date la vuelta!, ¡mira a tu espalda! ¡ahora!, ¿qué te pasa?, ¡hazlo!, ¡ahí está! Naaa ya no vale la pena, vas a creer que estoy loco, pero no pudiste verlo porque demoraste demasiado. Es fácil que se te acerquen cuando nombramos la muerte, porque todos están allí esperando su oportunidad. Bueno, mm…, ¿sobre qué te hablaba? Ah sí, sobre la muerte.
No tiene nada de espectacular realmente, pero el suicidio, el suicidio podría decirse que sí. ¿Has pensado en el suicidio?
Claro, todos lo hicimos antes de cometerlo.
Ya, esta bien lo que dices, pero mira, una cosa es el suicidio y otra la manera de hacerlo. Nada de sangre por favor, nada de dolor. El dolor es totalmente innecesario, sin embargo, podríamos hacer pagar a todos ellos el dolor que te causaron.
¿A quiénes?
Como puedes siquiera hacer esa pregunta. Piénsalo, piensa en los que te han dañado.
No, pero no estás entendiendo bien, me refiero a todo el mundo, incluso desde que eras niño, date un momento, piensa, recuerda.
¿Viste? Ahí están algunos, y te aseguro que no son todos. Sin duda ese dolor hoy se ha mitigado en parte gracias al tiempo, pero estuvo ahí y fue real. No tenían derecho, claro que no lo tenían.
Ah, sí, bueno es que esa otra persona ya es otra cosa… pero… ¿y si la llamas? A ver, hablemos seriamente, hagamos como que es un juego para pasar el rato, nada de lo que diremos debe hacerse, es solo jugar con ideas como la otra vez.
¡Sí exacto!
¿Te acuerdas?
Yo también estuve allí solo que en otra forma. ¿No me crees?
Ya, no desviemos el tema por favor.
Mira, el suicidio o la muerte realmente puede ser el acto más honesto del mundo. Si lo hicieras ahora…si estuvieras decidido a hacerlo. ¿Cómo lo harías? ¿Qué harías? Piénsalo un minuto.
¿Recuerdas esa persona que marcó tu vida, la que más daño te hizo? ¿la llamarías? ¿le adjudicarías tu muerte solo para hacerla sentir mal? O podrías escribir antes una carta que revele todos tus secretos. Todos.
Sí, claro, te avergüenzas, pero es lo más normal del mundo. Te cuento un secreto: todos hacen esas cosas, los secretos de las personas son casi siempre los mismos: sexuales, morales, no es gran cosa.
Podríamos hacerlo, es decir… podrías hacerlo.
No, claro, hoy no por supuesto.
Solo he querido conversar contigo respecto a un tema que me parece universal e interesante.
¿Por qué?
Quizás solo para pasar el rato, quien sabe, no es mucho lo que puedo hacer desde acá.
Bueno volvamos al tema ¿qué harías si lo hicieras?
Buuuu, pero aquello sería demasiado triste, no vale la pena, además a nadie le va a importar. Muchos llorarán, pero al paso del tiempo ni se acordarán de ti. Eso lo debes saber bien. Tú… ¿de cuántos ya te has olvidado?
Ah, viste. Si en este momento no hubieses leído esto seguirían en el olvido.
Jajajá jaja ja
Perdón, perdón no me he podido aguantar.
Me río por la voz que me has dado, se parece a la tuya, pero es más bien… mm… no sé cómo decirlo… no sé cómo explicarlo. Mejor olvídalo.
¿Qué te decía? ¿de qué hablábamos?
No, no. Antes de los olvidados.
Claro, sí, exacto, respecto a eso: cualquiera podría morir de un cáncer o en un accidente, aunque el accidente definitivamente es más espectacular. Me refiero a que es un final más notorio, como el final de una película, pero no de drama, esas películas no me gustan.
¿A ti sí?
Bueno confieso que a veces a mí también.
¿Tu película favorita? Piénsalo.
¡La mía también! Siento que estamos sincronizados.
Sshhhstt.
Fíjate bien, mira a tu alrededor.
A veces miras, pero no ves. Debes poner atención a los pequeños detalles. ¿Qué estás haciendo? ¡Concéntrate!
Vuelvo a mi pregunta: ¿has pensado seriamente alguna vez en el suicidio? Todos lo hemos pensado antes de hacerlo.
¿Tienes esperanza sobre tu futuro?
No, no es que quiera cambiar el tema, pero realmente… ¿tienes tus esperanzas puestas en el futuro?
Oh, sí. El final se ve maravilloso, ¿verdad?
Siempre es igual, todos lo ven igual.
Sshhhsst…
Ya ha sido mucho, gracias por recibirme, seguiremos en contacto.
¿Crees que no?
Ya estoy en tu interior.
¿Aún no me crees?
Escucharás mi voz antes de lo que pienses, puedes estar seguro de eso.
Ssshhsst…
Ahora vuelve a lo tuyo, es hora de actuar. ¿Ah no, qué esperas? ¡Hazlo!
Podrías preguntarte ahora si te estoy dando órdenes.
Pero si he sido yo quien te hizo leer esto, he sido yo quien te dijo que te levantaras esta mañana… ¿comprendes ahora?
De ahora en adelante podremos conversar cada vez que quieras. ¿ Lo has entendido?
Jajajá jajajá jajá
Perdón, pero qué graciosa es la voz que me has dado, es parecida a la tuya, pero sin duda diferente… mm… es cómo…no definitivamente no sé como explicarlo.

domingo, 26 de agosto de 2018

Soy un operador del 911

“—Novecientos once, ¿cuál es su emergencia?
—Sí, hola. Eh… Esto sonará extraño, pero hay un hombre caminando en círculos en el patio frontal de mi casa.
—…¿Podría repetir eso, señor?
—Se ve… enfermo, o perdido. O ebrio, o algo. Me desperté para tomar un vaso con agua y escuché pisadas sobre la nieve cerca de mi ventana frontal, así que di un vistazo… Lo estoy viendo ahora mismo, está a unos diez metros de mi ventana. Algo no está bien.
—¿Cuál es su dirección, señor?
—1617 Quarry Lane, en Pinella Pass.
—Voy a enviar una patrulla hacia usted, pero se encuentra un poco alejado. ¿Está solo en su casa, señor?
—Sí, estoy solo.

—¿Puede asegurarse de que todas sus puertas y ventanas estén cerradas? Quédese en el teléfono conmigo.
—Sé que mi puerta frontal definitivamente está cerrada, pero iré a revisar mi puerta trasera de nuevo.
—Aprecio mucho su ayuda, por cierto. Sé que todo esto debe ser un tanto raro, pero espero que…
—¿Señor? ¿Sigue ahí?
—Está… Aún está en el patio frontal de la casa, pero está… Qué mierda… Está de cabeza…
—¿Señor? ¿Qué está sucediendo?
—Me está viendo… pero está… ahora se está parando con sus manos. Está perfectamente inmóvil, viendo directo hacia mí. Está haciendo un paro de manos y está sonriéndome sin moverse.
—¿Es… Está haciendo un paro de manos, señor?
—No… No sé por qué… Sí, me está mirando y está parado con sus manos. Tiene una sonrisa inmensa y está perfectamente inmóvil… Pero qué CARAJO… Por favor, manden a alguien aquí AHORA.
—Señor, necesito que permanezca en calma. He dado el aviso y una patrulla va en camino.
—Sus dientes son enormes… Qué mierda. Ayúdeme, por favor…
—Señor, quiero que intente mantener un ojo en él, pero asegúrese de que su puerta trasera esté cerrada. ¿Puede confirmar que su puerta trasera está cerrada sin dejar de hablar?
—Está bien… Ahora estoy caminando hacia atrás y lo mantengo en mi vista…
—Ahora mi mano está en la perilla… Está cerrada. Necesito revisar el cerrojo, así que voy a apartar la mirada por un momento.
—Está bien. La ayuda va en camino. Solo quédese en el teléfono conmigo y todo estará bien.
—¿Señor?

—Su cara. Está contra el vidrio.
—Señor, necesito que hable más fuerte. ¿Qué está sucediendo?
—Dejé de verlo por unos segundos y ahora… su rostro. Está presionado contra mi ventana frontal. Sus dientes son inmensos y me está sonriendo… ¿Pero por qué no se mueve, mierda?
—Señor, necesito que vaya al cuarto más cercano y se encierre en él. ¿Tiene algún sótano o habitación en la cual puede encerrarse?
—No deja de verme… Me va a herir…
—Señor, necesito que me escuche. Enciérrese en algún lugar seguro hasta que los oficiales lleguen a su casa. ¿Me escucha?
—Eh… sí… sí. Voy a encerrarme en mi cuarto.
—Y está seguro de que está solo en su casa, ¿correcto?
—Sí, estoy solo en mi casa.
»Espere un momento.
»Se está moviendo. Está moviendo su cabeza. Me está diciendo que no. Puede escucharnos.
»Me está diciendo que no estoy solo.
—¿Señor? ¿Sigue ahí, señor? Escuché un ruido fuerte. ¿Todo está bien?

—¿Señor?”

"Los Sapos de la Memoria" de Graciela Bialet

Más allá de los documentos y testimonios, la novela de Graciela Bialet narra la historia de Camilo, un joven de diecisiete años, en relación con la de sus padres, víctimas de la violencia que vivió la Argentina durante la última dictadura militar.
El silencio premeditado y otras veces no deseado, se paga con cuotas de demonios y pesadillas que Camilo deberá confrontar con la de verdad que sus mayores, su abuela y tíos postizos, le dejan saber a cuentagotas.

Mediante esta novela, la autora quiere colocar a los lectores en una situación de compromiso frente a la realidad social, “promoviendo así que vayan hacia la búsqueda y el hallazgo de nuevas oportunidades y soluciones a sus propios problemas, dificultades que les toca vivir, que tienen que cursar en el mundo complejo”.

domingo, 12 de agosto de 2018

No Abras la Puerta

Hace 2 años, estaban en su casa, tan tranquilos, María, una señora de 40 años que se había divorciado recientemente, con su hijo pequeño de tan solo 8 años. 
Como era de costumbre María se tenía que ir todas las noches a trabajar, era una mujer con muchas responsabilidades (tanto en su trabajo como en su casa) y no podía atender a su hijo en todo momento. 
Pero aquel día sería muy diferente al resto; ya que, cuando se encontraban cenando vieron en las noticias que un asesino en serie, muy peligroso y agresivo había escapado del centro penitenciario de la ciudad. 
Lo más grave de la noticia no era que este interno hubiese escapado, lo peor era que había sido visto a pocas manzanas del hogar de la familia. 

Esto provocó la incertidumbre de María que , al irse al trabajo,  tenía que dejar a su hijo solo en casa.

María, para prevenir desgracias, cerró las ventanas, puertas, y le explicó lo siguiente a su hijo:

- No abras ninguna ventana ni las puertas. Aunque llevo las llaves, por si ocurre algo, yo golpearé 3 veces seguidas la puerta o simplemente me reconocerás por la voz y entonces sabrás que soy yo. Llegado el momento, María se fue a trabajar y dejó a su hijo solo. Éste, lleno de miedo, cerró la puerta y se puso a ver la tele para relajarse.

Al cabo de un rato, el chico ya estaba dormido cuando de pronto llaman a la puerta.

POM... POM... 

El chico se despertó y aterrado se dirigió muy despacio hacia la puerta y dijo: 

- ¿Eres tú mamá?. La respuesta vino con otra serie de golpes acompañados de un susurro escalofriante que decía:

JABREME DA PUETA. El niño atemorizado huyó hacia su habitación donde se pasó la noche llorando y esperando a que llegase su madre, hasta tal punto que se quedó dormido.

Al día siguiente cuando se levantó se dio cuenta de que su madre no había vuelto. Y aún con miedo se dirigió a la puerta que conducía a la salida de la casa y encontró a su madre con las piernas cortadas (por lo que no pudo llegar al timbre), la lengua cortada (por lo que no le puedo reconocer la voz) y totalmente ensangrentada.

Desde ese día el chico tuvo que ser hospitalizado en un psiquiátrico y no pudo dormir sin sufrir constantes pesadillas. 



domingo, 5 de agosto de 2018

Gracias Papá.

Gracias Papá es una pequeña y escalofriante historia sobre un grupo de niños que se cuelan en una casa abandonada y encuentran un cassette viejo. Se supone que es una historia real y sucedió en Japón.
Cuando era estudiante de secundaria, había una casa vieja y abandonada en nuestro vecindario que estaba cayendo en la ruina. Había hiedra que crecía espesa en las paredes y el techo se había hundido en algún punto.
Un día, algunos de mis compañeros de clase y yo decidimos colarnos y explorar. Eran alrededor de las 8 PM y el sol se estaba poniendo. La puerta estaba cerrada con llave, así que tuvimos que subir por una de las ventanas traseras.
Fuimos de habitación en habitación, buscando el camino con una linterna. Por alguna extraña razón, había cientos de muñecas alineadas a lo largo de las paredes. Aunque todos estábamos emocionados, la atmósfera se volvió tensa. Ninguno de nosotros habló entre nosotros y hubo un silencio incómodo.
La mayoría de mis amigos tenían miedo y querían irse a casa, pero los convencí de que se quedaran y exploraran un poco más. Llegamos a una pequeña habitación en la parte delantera de la casa que estaba vacía, a excepción de una mesita en el medio. Cuando entramos, podíamos oír el suelo crujir y gemir bajo nuestros pies.
Noté algo sobre la mesa. Al acercarme, vi que era una carta y que había una vieja cinta de cassette al lado. La carta decía:
“Gracias Papá”
Cuando vi la escritura, sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal y decidí que era hora de irme. Cuando salimos de la casa, todos dieron un suspiro de alivio. En el camino a casa, uno de mis amigos y yo comenzamos a hablar sobre la carta y la cinta de cassette que estaba al lado.
“¿Qué fue eso?”, Le pregunté.
“No sé”, murmuró, “pero lo traje conmigo cuando nos fuimos …”
Curioso acerca de lo que contenía la cinta, lo trajimos a mi casa, lo puse en mi grabadora y presioné “Reproducir”.
No había nada más que silencio.
Nos sentamos allí y escuchamos durante 10 minutos o más, pero solo hubo silencio.
Después de un tiempo, supusimos que no había nada en él, así que lo dejamos jugando y comenzamos a leer comics. Finalmente, nos olvidamos de la cinta.
Entonces, de repente, escuchamos la voz de una mujer que venía de la grabadora.
Decía: “Gracias papá por matarme …”

domingo, 22 de julio de 2018


ERREMENTARI (EL HERRERO Y EL DIABLO) (2018)
  • Genero: Thriller, Ciencia Ficcion, Suspenso
  • Pais: España 
  • Duración: 96 minutos
  • Director: Paul Urkijo Alijo 
  • Guion: Asier Guerricaechevarría, Paul Urkijo Alijo
  • Reparto: Eneko Sagardoy, Itziar Ituño, Josean Bengoetxea, Gorka Aguinagalde, Urko Olazabal,   Kandido Uranga, Almudena Cid, Ramón Agirre, Gotzon Sánchez, Zigor Bilbao, Uma Bracaglia, Maite Bastos, Ander Pardo, José Ramón Argoitia, Iñigo de la Iglesia, Naia Garcia



RESEÑA: Han pasado 10 años desde de la primera Guerra Carlista de 1833. En un pueblo de Álava, un comisario del gobierno que se llama Alfredo (Alfredito para los amigos) investiga un suceso que le lleva hasta una siniestra herrería que se encuentra, justamente, en un bosque, donde vive un solitario herrero llamado Patxi.

La gente de aquel pueblo cuenta historias sobre este hombre hermitaño, historias de robos, asesinatos y pactos demoníacos. La verdad saldrá a la luz y tenemos que estar preparados…

CAPTURAS


domingo, 1 de julio de 2018

Los Crímenes de Oxford

Los crímenes de Oxford - CartelTítulo V.O.: The Oxford murders 
Año de producción: 2008 
Distribuidora: Columbia Tristar Home Video
Género: Thriller
Clasificación: Pendiente por calificar 
Estreno: 18 de enero de 2008 
Director: Álex de la Iglesia 
Guión: Jorge Guerrica Echevarría 
Intérpretes: John Hurt (Arthur Seldom), Elijah Wood (Martin), Leonor Watling (Lorna), Jim Carter (Inspector Petersen), Anna Massey (Mrs. Eagleton), Julie Cox (Beth), Burn Gorman (Podorov), Alan David (Mr. Higgins)


Sinopsis 
Martin es un estudiante americano que llega a la universidad de Oxford para que el prestigioso profesor de lógica Arthur Seldom dirija su tesis. El primer encuentro se da cuando ambos descubren, por accidente, el cuerpo de una anciana asesinada en su propia casa. Sólo será el primero de una serie de crímenes que podrían pasar por muertes naturales si no fuera por los símbolos que los acompañan. Unos mensajes inquietantes que alumno y profesor deben descifrar para acercarse a la verdad absoluta. Alex de la Iglesia adapta a la gran pantalla la novela de Guillermo Martínez "Los crímenes de Oxford" y lo hace con una estética a medio camino entre los thrillers hollywoodienses y los clásicos del cine negro. El cineasta español sigue siendo un director de culto en nuestro país gracias a sus inicios (El día de la bestia, La comunidad), aunque después de algunos fiascos en taquilla (800 balas, Crimen Ferpecto) ha decidido apostar por películas con mayor proyección. Rodada en inglés, "Los crímenes de Oxford" plantea la resolución de un misterio, pero el espectador también está invitado a reflexionar sobre aspectos más trascendentales como la existencia de una lógica oculta que ordena la realidad. En el reparto Alex de la Iglesia ha contado con estrellas de corte internacional de la talla de Elijah Wood, que parece querer borrar su imagen de Frodo en "El Señor de los Anillos" apostando por producciones de corte independiente como "Olvídate de mí" o "Bobby". Su desconfiado profesor es John Hurt (El buen pastor), actor de la próxima entrega de "Indiana Jones". Completan el reparto la española Leonor Watling, a la que no veíamos desde "Teresa: El Cuerpo de Cristo" y Julie Cox (Troya).

domingo, 17 de junio de 2018

Noticia de un secuestro, Gabriel García Márquez.

Resumen y sinópsis 

Antes de entrar en el automóvil "Miró por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba. Eran las siete y cinco de la noche en Bogotá. Había oscurecido una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los árboles sin hojas tenían un perfil fantasmal contra el cielo turbio y turbio y triste, pero no había a la vista nada que temer".
Gabriel García Márquez en su rol de periodista, nos trae la historia real del secuestro de Maruja Pachón Villamizar, ocurrido en Colombia en el año 1990, a manos del narcotraficante Pablo Escobar. De la investigación por parte de García Márquez surje la relación del hecho con otros nueve secuestros realizados por la misma organización.
El libro transita por las emociones de los secuestrados, sus familias, la relación de los políticos con el narcotráfico y también las personalidades de los secuestradores, sus cambios de ánimo, el pasar de bestias a personas comunes que, algunas veces llegan a detestar el "trabajo" en el que está involucrados.
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domingo, 13 de mayo de 2018

Sin música, la vida no sería la misma. Ensayo literario



Si hay algo en este mundo que nunca dejaré; o una obligación que no podré cumplir, ésa será con la música. Por eso me tomaré el tiempo para dedicarle unas palabras a ese arte que, por muy distante de las pautas psicológicas pudiera sonar, me resulta una exigencia en toda regla para seguir viviendo. Sin ella, la existencia sería puro cuento.

Definirlo es difícil.

La música es la prolongación de la vida que no vives, tiene el maravilloso poder de hacerte pretender ser quien no eres. La música es a los recuerdos lo que la ilusión a la vida. Hablar de música, para quien la ama sobre todas las cosas, es algo necesario; es más, no me cabe duda de que las personas que acuden a conversaciones sobre ella, me son del todo adictivas. Sin importar géneros, favoritismos o cualquier otra consideración al respecto, amar la música te hace cómplice de aquellos que la sienten y sufren igual; es como si compartiésemos un enorme mismo corazón, por supuesto, con todas las diferencias y colores propios de la escucha de cada cual. No cabe duda de que la música es el idioma universal de las emociones. La música concreta sensaciones que ni el propio raciocinio humano alcanza a representar con un mínimo de destreza. Es, en definitiva, lo más hermoso que puede pasarnos.
Para sus leales amantes, la única forma efectiva de escuchar y de sentir la música es hacerlo como un propósito en sí mismo, nunca como complemento de otra actividad; además, la música más especial se guarda para escucharla en soledad siempre. En ese grupo social innumerable que la requiere casi constantemente, existe una conexión tal que nos hace palpables a distancia, desplegando puentes que unen distancias inimaginables.
Para los que así la entendemos, no basta la expresión de que la música es la banda sonora de nuestras vidas; al contrario: nuestra existencia es la banda sonora de ella. Vivir sin música es la mayor aversión humana que alguien pueda realizar, es morir con más convencimiento. Transcurrir día a día, aceptar penas, la incomprensión que nos rodea. Pareciera como si no estuviera en nuestro poder el sentir algo tan especial por ella, como si, realmente, debiéramos sentirnos elegidos por el hecho de que sea la música la que nos ame a nosotros, nos adorne y, en definitiva, nos prefiera. Nos sentimos usados por ella y nos gusta. Resulta asombroso que, con todos los giros e imprevistos que pasamos, sea esencialmente su apoyo el que nos siga entendiendo. Atiende atentamente mientras viaja en nuestros oídos siendo, pocas veces, la respuesta a todas las preguntas.

La música es lo más parecido a la magia que ha hecho el ser humano. Nunca llega temprano o tarde, siempre llega en el momento justo. En ciertos momentos, la música hace por nosotros aquello que los demás ni conocen, ni pueden. A través de la nostalgia y de la melancolía, encuentra una de sus líneas de escape preferida: revivir cualquier tipo de sensación desaparecida a través de la música. Seguros a su amparo, es el único refugio que, en ocasiones, puede ser compartido: recuerdo cuando no hacía falta nada más que otro par de pupilas a mi lado mirando el techo, sin hablar,  mientras su sonido lo llenaba todo.


Portal de la mente

En 1983, un equipo de científicos sumamente piadosos condujo un experimento radical en una instalación no determinada. Los científicos había...